Hoy quiero hablar de un tema que siempre me ha preocupado y sobre el que insisto mucho en las sesiones de formación que imparto. Y creo que esta necesidad surge de que leo y escucho cosas que me preocupan alrededor de lo que yo considero «mal llamada gamificación» o «uso no ético del poder del juego».
Respecto a que considero yo qué es gamificación hablé en esta entrada sobre el poder del juego en la que destacaba la necesidad de respetar la esencia del juego y la actitud lúdica más allá de propuestas mecanicistas y conductistas.
Y es aquí donde entra la ética, la de todas aquellas personas que formamos, difundimos y creamos experiencias basadas en juego. Reconozco que siento una gran responsabilidad que traslado en mis formaciones, me horroriza y enfada a apartes iguales ver que se dan formaciones de 2 horas en las que se presenta «la gamificación» (nunca hablan de el juego) como aquella herramienta que «te va a cambiar la vida» y que es la respuesta a todos los problemas.
Hemos de ser conscientes que el juego como todo superpoder implica una gran responsabilidad, Y esa responsabilidad tiene que ver con saber de que estamos hablando y trabajar de manera ética.
Hace tiempo leí este «debate» sobre gamificación: a favor o en contra (spoiler: mal planteado) y quizás os sorprenda que yo, que me dedico a esto, comparto TODAS las opiniones de la persona que estaba (aparentemente) en contra. Javier Jiménez plantea los riesgos y los límites de la gamificación y todas las personas que nos dedicamos a ella deberíamos tenerlos muy presentes:
-Es complicado: correcto, no hay formulas mágicas ni frameworks que funcionen solos ni experiencias replicables sin más. Eso solo existe en el PBL (no hace falta que os cuente de nuevo, mi opinión, ¿verdad?). Por eso desconfiad de formulas mágicas (en la gamificación y en la vida en general)
-No vale para todas y en todas partes: las personas somos distintas y por tanto debemos diseñar a medida del colectivo, y eso, no es ni fácil ni automático.
-No es la respuesta a todo: efectivamente, no lo es. es una herramienta, técnica o metodología (esto lo dejo para otro post) para ser utilizada por las profesionales para poder dar respuesta a necesidades.
–Gamiblabla: aquí me quedo con la frase que nos ofrece el propio Javier: «implementar una buena gamificación es algo solo al alcance de buenos profesionales«
-La burbuja: Javier dice que la gamificación puede ser una herramienta para ser más críticos o un instrumento para hacernos más controlables. Y aquí es inevitable pensar en el ejemplo del gobierno chino y su control de la ciudadanía.
-Cultura de lo azucarado: quien parte de considerar que jugar es fácil ha jugado POCO, muy poco…. Y para gamificar (es decir para usar el poder del juego) hay que jugar, mucho, a muchos juegos, a juegos distintos (de rol, de mesa, videojuegos, con mecánicas distintas) y con personas distintas.
De todos estos temas habla también Pepe Pedraz que nos explica como algunos de estos riesgos vienen de la confusión con las apuestas (gambling) y de los riesgos de incorporar r estos mecanismos en las experiencias basadas en juegos.
En el caso de la gamificación educativa y las aplicaciones «mágicas» me parece que hay un elemento extra de reflexión y filtro y es que estamos hablando de menores y de educación y de la importancia que tiene como palanca transformadora (o no) de la sociedad. Os recomiendo mucho este vídeo de Eurídice Cabañes en el que nos habla de los riesgos de la tecnología y de la necesidad de apostar por tecnologías situadas, la importancia de ser conscientes del valor de los datos (os recuerdo: son menores) y de nuevo alerta sobre los peligros del conductismo en educación:
Cómo primer paso tenemos el código ético de la gamificación que debería ser obligatorio, porque «gamificar» los derechos laborales es indecente, además de ilegal, por eso me entrsitece y me enfada que con un enfoque erróneo y perverso de la gamificación se pueda decir que empresas como Glovo, Uber…(la lista desgraciadamente es MUY larga) están gamificando a su plantilla.
Larga vida al juego y abajo la mala gamificación
Gracias por el post Noemí, es algo que decimos en las formaciones pero que tiene que quedar escrito a fuego, algo y claro. Yo he sido la primera que entré al juego por la gamificación, pero bendito juego presente en mi vida para dejarme llevar, experimentar y transformar, siempre desde el lado divertido y con seriedad, que como sabemos no son cosas opuestas.
Gracias por tu comentario Ana, efectivamente el juego es una cosa «muy seria» por todo el potencial que tiene.
Larga vida al juego, y ojalá podamos juntarnos para unas partidas en breve!
Estupenda reflexión y genial artículo. Juguemos, juguemos y juguemos.
Gracias Fer. Exacto esa es la base para luego poder aplicar el poder del juego.
Y por supuesto jugar porque sí!
Muy necesario e interesante. Gracias por comporatir.